lunes, 23 de septiembre de 2013

CIRCOVIRUS PORCINO TIPO 2 COMO COFACTOR DE PROCESOS RESPIRATORIOS Y REPRODUCTIVOS. J. Segales 2013

PCV2 como cofactor de procesos respiratorios y reproductivos

Resumen
En 1997 se diagnosticó por primera vez en España una nueva enfermedad llamada síndrome multisistémico de desmedro posdestete (por sus siglas en inglés, PMWS). Esta condición, causada por el circovirus porcino tipo 2 (PCV2), llegó a ser un verdadero quebradero de cabeza para productores, veterinarios y científicos, pero la disponibilidad generalizada de vacunas frente a este agente ha resultado ser una historia de éxito en el control y prevención de la enfermedad. PCV2 se ha relacionado con otras enfermedades
llamadas genéricamente enfermedades asociadas a PCV2 (PCVD), pero el conocimiento de las mismas es mucho más limitado. Por ello en este artículo de revisión se abordan dos de ellas: la enfermedad reproductiva y la respiratoria. PCV2 debe considerarse como un agente infeccioso capaz de causar enfermedad reproductiva en distintos momentos de la gestación de la cerda, aunque sea de ocurrencia esporádica. Por otro lado, PCV2 no parece jugar un papel determinante en el complejo respiratorio porcino (CRP) al menos como agente puramente respiratorio, pero sí como agente de diseminación multisistémica, con lo que la frontera entre CRP y la enfermedad sistémica puede ser muy borrosa en la mayoría de los casos.

Palabras clave: circovirus porcino tipo 2, complejo respiratorio
porcino, enfermedad reproductiva, cerdos

Inicialmente, el papel del PCV2 como agente patógeno estuvo más que de entredicho. De hecho, a principios del año 2000, se sugirió que debía existir otro agente, el llamado “agente X”, como patógeno primario que facilitaba a posteriori la replicación de PCV2. A pesar de los esfuerzos realizados
a nivel de investigación, y en caso de que existiese, este potencial “agente X” no se ha detectado hasta
la fecha (Segalés et al., 2013). Aparte de estas discusiones etiológicas, la PCV2-SD se ha considerado uno de los mayores desastres económicos en el sector productivo porcino, llegándose a calcular pérdidas de 5,76 billones de euros/año en Europa en los años de mayor afectación (Burch, 2009). En esos momentos, con brotes epidémicos de la enfermedad por todo el mundo, básicamente se conocían algunos de los factores desencadenantes de la enfermedad (Rose et al., 2012). De ahí que todos los esfuerzos de prevención y control se dirigieron a contrarrestar los mismos. En todos los casos, el panorama clínico cambió radicalmente con el uso de las vacunas comerciales frente a PCV2, disponibles en el mercado
global desde el año 2007 (Beach y Meng, 2012).

Han pasado ya más de 15 años desde que se identificó por primera vez el circovirus porcino tipo 2 (PCV2) como causa de enfermedad (Allan et al., 1999; Segalés et al., 1997). El tiempo no pasa en balde, y desde 1997 han sido muchas las novedades que nos ha deparado este pequeño virus de no más de 17 nm de diámetro (Rodríguez-Cariño y Segalés, 2009). De hecho, ni este virus era nuevo en ese momento, ni era la primera vez que se asociaba a enfermedad. Los estudios retrospectivos han indicado que PCV2 estaba presente en la cabaña porcina mundial al menos desde principios de los 60, y la enfermedad sistémica
asociada al virus (PCV2-SD, porcine circovirus type 2-systemic disease, previamente llamada síndrome multisistémico de desmedro posdestete, PMWS por sus siglas en inglés, o también circovirosis porcina) se
ha podido diagnosticar en casos de mediados de los 80 (Segalés et al., 2013).
A pesar de que la PCV2-SD es el cuadro clínico económicamente más importante asociado a la infección por el virus, ya desde finales de los 90 este agente infeccioso se asoció con otras potenciales presentaciones
clínicas. Entre ellas se destacan la enfermedad reproductiva (PCV2-RD), síndrome de dermatitis y nefropatía porcina, complejo respiratorio porcino (CRP) y otras. Todas ellas se englobaron dentro de la terminología “enfermedades asociadas a PCV2” (PCVD, porcine circovirus diseases) (Allan et al., 2012). Fue posteriormente, con la llegada de las vacunas comerciales frente a PCV2, cuando destacó, casi por encima de las PCVD, una condición tanto o más importante desde el punto de vista económico: la infección subclínica por PCV2 (PCV2-SI, porcine circovirus type 2-subclinical infection) (Segalés et al., 2013). Mientras que las PCVD podían tener una prevalencia más o menos elevada según granja, sistema de producción, origen genético, etc., la PCV2-SI era prácticamente ubicua y no visualizada clínicamente. No obstante, el uso generalizado de vacunas frente al virus puso de manifiesto que esta forma subclínica
era responsable de importantes mermas en el crecimiento, y que efectivamente ello era valorable en ganancia de peso diaria.
En este contexto, cabe decir que, en la actualidad, no existen grandes novedades acerca del conocimiento del PCV2 y de las enfermedades que causa o a las que se asocia causalmente. No obstante, la literatura
de hace unos años se centró especialmente en la PCV2-SD y la más reciente está poniendo mucho más énfasis en la PCV2-SI y el uso de vacunas. De ahí que existan una serie de condiciones a las que quizás
no se ha dedicado tanto esfuerzo investigador, pero que sin duda son de gran interés científico y veterinario. Es por ello que el objetivo de esta revisión sea ahondar en el conocimiento de dos condiciones clínicas
relacionadas con la infección vírica, tal como son la PCV2-RD y el CRP.

PCV2 Y ENFERMEDAD REPRODUCTIVA

A finales de los 90, el PCV2 se asoció con abortos tardíos y con animales nacidos muertos, así como con fetos momificados en distinta fase de gestación. Los fetos abortados, los nacidos muertos y los lechones
de baja viabilidad perinatal podían mostrar congestión hepática crónica, así como hipertrofia cardiaca y áreas multifocales de decoloración del miocardio (West et al., 1999). La lesión microscópica básica se correspondía a una miocarditis necrotizantefibrosante, no supurativa. A partir de estos hallazgos se realizó una primera propuesta de diagnóstico de PCV2-RD, que incluía tres criterios básicos (Segalés et al., 2005):
■■ Clínico y hallazgos de necropsia: abortos tardíos y nacidos muertos; hipertrofia cardiaca de los fetos.
■■ Histopatológico: miocarditis no supurativa, necrotizante-fibrosante.
■■ Virológico: detección de moderada a elevada cantidad de genoma o antígeno de PCV2 en las lesiones cardiacas.

Infección experimental.  Con posterioridad, a nivel experimental, la PCV2-RD se ha reproducido en cerdas seronegativas frente al virus e inseminadas con dosis de esperma contaminadas artificialmente con PCV2 (Madson et al., 2009a). En este estudio se observó que al parto existía un cuadro clínico similar al de la parvovirosis porcina, con lechones momificados de longitud variable (figura 2). Curiosamente, si el semen procedía de verracos experimentalmente infectados con el virus y de los cuales se sabía que estaban excretándolo por semen, ello no llegaba ni a provocar la infección de las cerdas (Madson et al., 2009b). Estos estudios sugirieron que la cantidad de PCV2 excretada vía semen por verracos infectados por el virus (aproximadamente entre 105,6 y 105,8 copias de genoma vírico/ml, en los casos de mayor concentración vírica) no era suficiente como para llegar a infectar las cerdas gestantes o sus fetos. Lógicamente, y más en biología, no es posible establecer un riesgo cero respecto a la transmisión del virus por semen y su asociación a PCV2- RD, pero ciertamente, el riesgo parece ser despreciable en términos generales.

Infecciones naturales

Los casos naturales de PCV2-RD se han descrito típicamente en granjas nuevas que presentaban una elevada proporción de cerdas primerizas (Segalés et al., 2005). No obstante, la frecuencia de estos
casos se considera rara o muy rara, probablemente por el hecho de que la seroprevalencia frente a PCV2 en animales adultos es elevada (Pensaert et al., 2004).
De hecho, se piensa que la mayor parte de las granjas de reproductoras no sufren la enfermedad clínica debido a la llamada “inmunidad de piara” (herd immunity). No obstante, estos datos contrastan con
algunos estudios que indican un porcentaje importante de fetos abortados y lechones nacidos muertos que son positivos por PCR (13-46 %) (Kim et al., 2004; Lyoo et al., 2001). Actualmente se desconoce si
esta evidencia de infección se asocia a una infección subclínica o a problemas clínicos detectables en granja. De hecho, existen publicaciones donde se describen porcentajes significativos (hasta el 50 %) de lechones
recién nacidos infectados por el virus que no muestran ninguna sintomatología, ni ellos ni las cerdas de las cuales procedían (Shen et al., 2010). Son datos que inequívocamente indican infección intrauterina,  pero se desconoce si ello tiene alguna importancia para esos lechones una vez se ha perdido la inmunidad maternal frente al virus. Definitivamente, se necesitarían más estudios para establecer la relevancia y las
implicaciones clínicas de la infección de las cerdas durante la gestación y el efecto subsiguiente en los lechones a lo largo de su vida.

Otros efectos reproductivos del PCV2

Además de la forma clásica de PCV2-RD, existen datos que sugieren que PCV2 podría estar asociado a repeticiones (Mateusen et al., 2007), presumiblemente cíclicas. Se conoce que el virus puede replicarse
en embriones y que éste puede causar muerte embrionaria, al menos en una proporción importante de ellos (Mateusen et al., 2004). Una baja proporción de embriones, no obstante, no se verían afectados
(al menos dentro de los primeros 21 días de gestación, momento en que finalizó el trabajo experimental) (Mateusen et al., 2007). De ahí que la traslación de estos datos experimentales a las situaciones de
campo caracterizadas por repeticiones (cíclicas o acíclicas) es aún un interrogante. Otra manera de esclarecer el potencial efecto de PCV2 sobre la reproducción sería a través de los análisis de registros
comparados entre cerdas vacunadas y no vacunadas. Actualmente no se discute en absoluto el efecto de las vacunas para contrarrestar la PCV2-SD y la PCV2-SI. No obstante, los datos sobre el uso de estas
mismas vacunas para prevenir la PCV2- RD son aún escasos. En algunos casos se ha indicado la disminución de abortos, el incremento de fertilidad y/o disminución de repeticiones con posterioridad al uso de la vacuna en cerdas. No obstante, la mayor parte de estos estudios no cuentan con un grupo control para establecer las comparaciones adecuadas. Por supuesto, no se debe olvidar que la vacunación de cerdas
fue inicialmente concebida para prevenir la PCV2-SD en los lechones procedentes de las mismas, ya que la vacunación unas pocas semanas antes del parto garantiza elevados títulos serológicos a los lechones
con buen encalostramiento. Este hecho es importante teniendo en cuenta que la infección por PCV2 o un bajo título de anticuerpos frente al virus en cerdas alrededor del parto son factores de riesgo para el desencadenamiento de PCV2-SD en la progenie (Calsamiglia et al., 2007).

Optimización del plan vacunal de las cerdas

En todo este contexto, valdría la pena plantearse cuál es el mejor momento de vacunación de las cerdas, dado que se pueden considerar distintos escenarios:
■■ Vacunación unas pocas semanas antes del parto: con el objeto de garantizar un título de anticuerpos lo más elevado posible que se transfieran al lechón vía calostro; este formato buscaría básicamente la
prevención de la PCV2-SD en la progenie.
■■ Vacunación unas pocas semanas antes de la cubrición: con el objeto de garantizar un título de anticuerpos elevado durante prácticamente toda la gestación; este formato buscaría básicamente la protección de la PCV2-RD en las cerdas.
■■ Vacunación en sábana: con el objeto de garantizar que todas las cerdas se vacunan con una cierta frecuencia, sin excepciones; este formato buscaría el concepto genérico de “inmunidad de piara”.

PCV2 Y COMPLEJO RESPIRATORIO PORCINO

El complejo respiratorio porcino (CRP, en inglés porcine respiratory disease complex, PRDC) se describe como una entidad clínica caracterizada por signos respiratorios, retraso en el crecimiento y mortalidad
en cerdos básicamente de engorde (Dee, 1996). Se trata de un proceso multifactorial con morbilidad variable entre el 10-40 % y mortalidad entre el 2-20 %. Las lesiones asociadas al CRP son generalmente multietiológicas, involucrando tanto agentes víricos como bacterianos. De entre los más frecuentes están el virus del síndrome respiratorio y reproductivo porcino (PRRSV), PCV2, virus de la influenza porcina (SIV),
Mycoplasma hyopneumoniae, Actinobacillus pleuropneumoniae, Haemophilus parasuis y Pasteurella multocida.
PCV2 se sugirió como un agente más que podía participar dentro de la constelación etiológica del CRP, así como de una entidad patológica respiratoria llamada neumonía proliferativa necrotizante (PNP)
(Grau-Roma y Segalés, 2007). Esta última entidad se describe exclusivamente por sus hallazgos histopatológicosy puede encontrarse en animales que sufren clínicamente de CRP. Al margen de CRP y PNP, se llegó a definir una condición respiratoria caracterizada por lesiones de neumonía intersticial asociada a PCV2 en ausencia de lesiones en órganos linfoides. Esta entidad, aparentemente
diferenciada de la PCV2-SD e incluida potencialmente como PCVD, se denominó enfermedad pulmonar asociada a PCV2 (PCV2-LD, porcine circovirus type 2-lung disease) (Segalés, 2012). Para diferenciar claramente PCV2-SD de la PCV2-LD se propusieron una serie de criterios diagnósticos basándose en la bibliografía   existente. De esta manera, para diagnosticar una PCV2-LD era necesario que se cumplieran los siguientes aspectos (Segalés, 2012):
■■ Clínico: presencia de signos respiratorios tipo disnea o taquipnea, eventualmente tos.
■■ Histopatológico: neumonía intersticial o bronquiolointersticial, linfohistiocítica a granulomatosa, con posibilidad de fibroplasia peribronquiolar, hasta neumonía proliferativa necrotizante. Es importante
la ausencia de lesiones linfoides compatibles con una PCV2-SD (depleción linfocitaria con infiltración histiocitaria de los órganos linfoides).
■■ Virológico: detección de moderada a elevada cantidad de genoma o antígeno de PCV2 en las lesiones pulmonares, y ausencia del virus en órganos linfoides.

Los autores que describieron por primera vez la PCV2-LD (a la cual llamaron en inglés PCV2-associated PRDC) ya indicaron que la distinción en relación a la PCV2-SD no era fácil, y que debía hacerse vía laboratorial (ver criterios 2 y 3 mencionados anteriormente) (Kim et al., 2003). Aparte de otra referencia (Opriessnig et al., 2007), han sido mínimos los estudios que han investigado el grado de involucración del
PCV2 con el CRP.

En un estudio reciente realizado en España se evaluaron muestras de un total de 317 cerdos diagnosticados clínicamente como CRP (Ticó et al., 2013). A efectos del estudio, fue fundamental disponer tanto de
tejido pulmonar como linfoide de cada uno de los animales. De esos 317 cerdos, 226 presentaron PCV2 en alguno de los tejidos analizados. En función de la cantidad de genoma de PCV2 (moderada a elevada) y lesiones significativas en los órganos linfoides, 184 fueron diagnosticados como PCV2- SD, con lo que potencialmente quedaron 42 elegibles como PCV2-LD. De estos 42 cerdos, todos presentaron ácido nucleico de PCV2 en los linfonodos (en baja cantidad) y nueve de ellos también en el pulmón; es más, la cantidad de virus en pulmón siempre fue inferior a la que había en órganos linfoides, con lo que ninguno de todos ellos pudo realmente ser diagnosticado como PCV2-LD. Basándose en los resultados obtenidos,
este estudio concluyó que en todos aquellos casos diagnosticados clínicamente como CRP que presentaban infección por PCV2, ésta no era solamente pulmonar sino que mayoritariamente era sistémica (Ticó et
al., 2013). De ahí que se consideró que la PCV2-LD sea posiblemente una entidad de ocurrencia muy esporádica, mientras que en la mayoría de casos de CRP donde PCV2 está involucrado, probablemente sea en asociación con la PCV2-SD. Curiosamente, el potencial efecto de la PCV2-SI sobre el aparato respiratorio no ha sido aún estudiado, pero es muy probable que el efecto sobre la ganancia de peso
diaria sea también un efecto sistémico.

CONCLUSIONES

La bibliografía en relación a los circovirus es abundante, y cuando se realiza una búsqueda en una base de datos tan amplia como el PubMed (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/ pubmed), se llegan a encontrar hasta 1.392
artículos científicos (a fecha 14 de agosto de 2013). De ellos, 1.363 han sido publicados desde 1997 en adelante, con lo que el PCV2 ha representado una verdadera revolución científica en los últimos 16 años.
Curiosamente, la mayor parte de estos artículos científicos versan sobre aspectos de virología, epidemiología, inmunología, patología, diagnóstico y prevención y control, especialmente en relación a la PCV2- SD. Es por ello que se constata que algunas PCVD han sido aún muy poco estudiadas.
De entre ellas, la PCV2-RD ha sido quizás la más investigada, pero a mucha distancia comparada con la enfermedad sistémica. Y como se ha podido comprobar, la investigación de PCV2 como patógeno respiratorio ha sido muy escasa.
En conclusión, PCV2 debe considerarse como un agente infeccioso capaz de causar enfermedad reproductiva en distintos momentos de la gestación de la cerda, aunque sea de ocurrencia esporádica. Por otro lado, PCV2 no parece jugar un papel determinante en el CRP al menos como PCV2-LD, pero sí como PCV2-SD, con lo que la frontera entre CRP y PCV2-SD puede ser muy borrosa en la mayoría de los casos.

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CIRCOVIRUS PORCINO TIPO 2 (3) S. López-Soria y J. Segalés 2013


Los lechones frecuentemente se infectan de la madre.
En la tercera y última entrega de este artículo se repasarán las rutas de transmisión y la dinámica de infección del PCV2, así como la evolución de las medidas de control desde que se describió la enfermedad por primera vez.
Sergio López-Soria y Joaquim SegalésCentre de Recerca en Sanitat Animal (CReSA) UAB-IRTA
Campus de la Universitat Autònoma de Barcelona
08193 Bellaterra (Cerdanyola del Vallès), España
La complejidad de la enfermedad sistémica por circovirus porcino tipo 2 (ES-PCV2) deriva de su carácter multifactorial, en el que se requiere necesariamente la presencia de su agente etiológico, el PCV2, y su interacción con otros factores infecciosos o no infecciosos. Esta característica se hace evidente cuando al intentar reproducir la enfermedad mediante infecciones experimentales únicamente con PCV2, el éxito es escaso. Así, a pesar de tratarse de un virus ubicuo, únicamente determinadas granjas manifiestan el cuadro clínico. Tras la primera descripción de la ES-PCV2 se produjeron importantes brotes epidémicos de la misma en Europa, Asia y América, que causaron graves pérdidas económicas. Desde que se vinculara inicialmente el PCV2 a la ES-PCV2 (en aquellos momentos denominada como síndrome multisistémico del desmedro posdestete, PMWS por sus siglas en inglés), este virus se ha ido asociando cada vez a más procesos patológicos denominados colectivamente enfermedades asociadas a PCV2 (PCVD, por sus siglas en inglés). A partir de 2004 aparecieron las primeras vacunas comerciales para contrarrestar la enfermedad y, hasta la actualidad, han mostrado una eficacia muy elevada.

Rutas de transmisión

El PCV2 se ha detectado en todas las vías de excreción examinadas, y está presente en cavidad nasal, secreción orotonsilar, secreción bronquial, saliva, secreción ocular, heces, orina, leche y semen (Larochelle y col., 2000; Krakowka y col., 2000; Bolin y col., 2001; Shibata y col., 2003, 2006; Sibila y col., 2004; Segalés y col., 2005; Ha y col., 2009; Park y col., 2009). La ruta de transmisión horizontal considerada más relevante es la oronasal, y es más eficiente mediante el contacto directo (Andraud y col., 2008), pero también es posible entre corrales adyacentes (Kristensen y col., 2009). Incluso se ha descrito la transmisión de la ES-PCV2 mezclando animales con la enfermedad y animales sanos (Dupont y col., 2009; Kristensen y col., 2009). La infección a través de la vía oral también es posible, tal y como se ha observado tras alimentar lechones con tejidos de animales virémicos (Opriessnig y col., 2009).
El virus se puede detectar en semen. En un estudio experimental de infección intranasal de PCV2 en verracos se constató la presencia del virus en semen y que éste era infeccioso cuando se inoculó intraperitonealmente a lechones negativos frente a PCV2. Sin embargo, este mismo semen no mostró evidencias de infección en cerdas cuando se utilizó para inseminarlas artificialmente (Madson y col., 2009a). Por otro lado, el uso de semen deliberadamente infectado con PCV2 fue capaz de producir enfermedad reproductiva por PCV2 en cerdas inseminadas artificialmente (Madson y col., 2009b). Así pues, en la actualidad se desconoce el riesgo potencial y la frecuencia de esta ruta de transmisión en el campo, aunque probablemente la carga vírica en semen sea demasiado baja como para infectar a la cerda en condiciones naturales.
En cuanto a la transmisión vertical, la transmisión transplacentaria de la madre al feto se ha descrito en cerdas infectadas por vía intranasal al final de la gestación, tres semanas antes del parto, detectando infección en lechones nacidos vivos y abortos de cerdas (Park y col., 2005; Ha y col., 2008). El impacto del PCV2 en los problemas reproductivos sigue siendo una incógnita, ya que hay quien lo describe como un hecho raro (Ladekjaer-Mikkelsen y col., 2001) y quien cifra en un 13 % el número de abortos y nacidos muertos infectados (Kim y col., 2004). En España se han hallado casos anecdóticos de abortos infectados por PCV2 (Segalés y col., 2002; Maldonado y col., 2005) y se ha especulado que los elevados títulos de anticuerpos de las cerdas en nuestra cabaña han minimizado su impacto, pero es un aspecto poco estudiado en nuestro territorio.

Dinámica de infección

La dinámica de infección por PCV2 puede ser similar entre granjas afectadas y no afectadas por ES-PCV2 (Larochelle y col., 2003), aunque se ha descrito un mayor riesgo de enfermedad en granjas con infección más temprana (López-Soria y col., 2005; Rose y col., 2003). Los lechones frecuentemente se infectan de la madre, aunque los anticuerpos de origen maternal suelen protegerles frente a la infección hasta que aproximadamente a las 6-8 semanas de vida su cantidad es suficientemente baja como para que el virus se replique en cantidades elevadas y la infección se disemine entre los animales (Rodríguez-Arrioja y col., 2002). Es entonces cuando los cerdos seroconvierten entre las 8 y las 16 semanas de vida, unas 2-4 semanas posinfección (Grau-Roma y col., 2009; Larochelle y col., 2003), y a partir de ahí los títulos de anticuerpos se mantienen elevados hasta la edad de matadero. El mayor porcentaje de animales infectados suele darse entre las 8 y las 16 semanas de vida, coincidiendo con el brote de ES-PCV2 (Harding, 1998, 2004; Segalés y Domingo, 2002). Un caso aparte son los lechones virémicos al nacimiento por una infección intrauterina, que pueden presentar un pico de carga vírica a los 28 días de vida (Patterson y col., 2011), aún sin presentar ninguna evidencia de enfermedad clínica.
A partir de 2004 aparecieron las primeras vacunas comerciales para contrarrestar la enfermedad y, hasta la actualidad, han mostrado una eficacia muy elevada.
Medidas de control

Las primeras medidas de control frente a la ES-PCV2 que se tomaron se dirigieron a minimizar el impacto de la enfermedad a través de cambios en el manejo, cambios en la genética de los animales, “sueroterapia” y control de otros factores de riesgo conocidos.
En 2004 apareció la primera vacuna comercial frente a PCV2, la cual se aplicaba en cerdas y no llegó a España hasta el 2007. Inicialmente se utilizaba siguiendo criterios técnicos y la mayoría de los veterinarios del sector porcino español tenían la sensación de que llegaban tarde, ya que el brote epidémico prácticamente había pasado. Posteriormente, también entraron en el mercado vacunas para lechones, las cuales ofrecían una solución a corto plazo, mientras que la vacunación en cerdas requería un mayor plazo de tiempo para constatar los efectos de la misma. Todas las vacunas disponibles actualmente han demostrado unos excelentes resultados (Horlen y col., 2008; Kixmöller y col., 2008; Pejsak y col., 2010) y han supuesto una revolución en el sector porcino. De hecho, actualmente en España se estima que al menos un 70-80 % de las granjas vacunan frente a PCV2, y las vacunas se aplican incluso en granjas que no consideraban que el virus les estuviera causando problemas clínicos. Así, se ha ido extendiendo la práctica de evaluar la conveniencia de vacunar en las granjas mediante pruebas de ensayo y error.
El beneficio de la vacunación en las granjas con ES-PCV2 ha quedado ampliamente demostrado, ya que mejora el índice de conversión, la ganancia de peso media diaria, la homogeneidad de lotes y reduce la mortalidad, el porcentaje de animales retrasados, las enfermedades concomitantes y las medicaciones (Horlen y col., 2008; Kixmöller y col., 2008; Segalés y col., 2009; Pejsak y col., 2010; Fraile y col., 2012). Dado que la vacunación reduce la carga de PCV2, tiene un potencial efecto beneficioso en las granjas con infección subclínica por PCV2 (Kurmann y col., 2011), aunque siempre es conveniente realizar un análisis de coste-beneficio. En cuanto al beneficio de la vacunación de las cerdas y reposición como prevención de la enfermedad reproductiva por PCV2, conviene evaluar si existe esta enfermedad en la granja y cuantificarla, y valorar entonces también si compensa vacunar.
En la actualidad el reto en las granjas está en diseñar la pauta vacunal que ofrezca el máximo rendimiento teniendo en cuenta las PCVD presentes en la granja, el resto de vacunas que han de recibir los animales y el momento de presentación de las patologías. Sin embargo, además de la vacunación, no deben olvidarse las buenas prácticas de manejo y el control de enfermedades concomitantes.

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CIRCOVIRUS PORCINO TIPO 2 (2) S. López-Soria y J. Segalés 2013

Úl
En la segunda parte de este artículo se describen los factores de riesgo para el desarrollo de la enfermedad sistémica asociada al PCV2, que dependen del individuo, el virus y el ambiente. 
Sergio López-Soria y Joaquim Segalés Centre de Recerca en Sanitat Animal (CReSA) UAB-IRTA
Campus de la Universitat Autònoma de Barcelona
08193 Bellaterra (Cerdanyola del Vallès), España

La multifactorialidad de la enfermedad sistémica asociada a PCV2 (ES-PCV2) se refleja por el hecho de que el PCV2 es ubicuo en las explotaciones porcinas y porque únicamente en algunas se desarro­lla el cuadro clínico, con una prevalencia variable entre granjas. En el desencadena­miento de la enfermedad están involucra­dos factores relacionados con cada uno de los elementos de la triada epidemiológica: el individuo, el virus y el ambiente. Segui­damente se describen los más relevantes.

El individuo

Determinadas razas o líneas genéticas han mostrado una mayor susceptibilidad o re­sistencia a la enfermedad. Estudios reali­zados en condiciones experimentales des­criben lesiones más intensas e incluso más casos de ES-PCV2 en individuos de la raza Landrace que en Duroc, Large White y Pietrain (Opriessnig y col., 2006a, 2009). En condiciones de campo también se ha observado que lechones procedentes de verracos Pietrain presentaban un cuadro clínico más leve que los procedentes de Pietrain × Large White, y el cuadro más grave lo presentaban los lechones proce­dentes de verracos Large White × Duroc (López-Soria y col., 2011a). Sin embargo, el cambio de la raza del macho finalizador por Pietrain no supuso ningún cambio en la presentación de la enfermedad en gran­jas francesas (Rose y col., 2005).
La ES-PCV2 también se ha descrito con mayor frecuencia en lechones con menor peso al nacimiento, destete e ini­cio de engorde (Corrégé y col., 2001), y en machos castrados (Corrégé, 2001; Rodríguez-Arrioja y col., 2002). El efecto de la castración podría explicarse por in­fecciones secundarias a la intervención o incluso a factores hormonales y genéticos.
La importancia del genotipo del PCV2

Las primeras investigaciones del genoma del PCV2 ya mostraron que las cepas estudiadas se distribuían en dos grupos filogenéticos (Mankertz y col., 2000), que presentaban una elevada homología genómica entre las distintas cepas (Laro­chelle y col., 2002, 2003; Pogranichniy y col., 2002; de Boisseson y col., 2004; Wen y col., 2005; Allan y col., 2007; Martins Gomes de Castro y col., 2007). Estos dos grupos fueron posteriormente denominados genotipos “a” (PCV2a) y “b” (PCV2b). Curiosamente, ambos genotipos pueden reproducir experimen­talmente la ES-PCV2, pero PCV2b se ha vinculado con mayor frecuencia a la ocurrencia de enfermedad (Grau-Roma y col., 2008; Tomás y col., 2008; Carman y col., 2006, 2008). De hecho, varios estudios epidemiológicos realizados en diferentes países como Canadá (Gagnon y col., 2007), Estados Unidos (Cheung y col., 2007), Dinamarca (Dupont y col., 2008), Suecia (Timmusk y col., 2008), Suiza (Wiederkehr y col., 2009) y Espa­ña (Cortey y col., 2011a) relacionan el cambio de genotipo predominante en su cabaña con la aparición epidémica de la enfermedad. Actualmente, la mayoría de las vacunas frente a PCV2 existentes en el mercado están basadas en PCV2a pero han demostrado una evidente protección cruzada frente a PCV2b. Aparte de estos dos genotipos, se ha descrito retrospec­tivamente un tercero en Dinamarca, el PCV2c, presente en muestras porcinas anteriores a las infectadas por PCV2a o PCV2b (Dupont y col., 2008).

La dinámica de infección y el estado infectivo e inmunitario de la madre

A pesar de que la dinámica de infección puede ser similar entre granjas con y sin ES-PCV2, los estudios de casos y con­troles han descrito un mayor riesgo de presentación clínica en granjas con di­námicas de infección tempranas (Rose y col., 2003; López-Soria y col., 2005). Este mismo fenómeno se describió en los in­dividuos dentro de granjas con ES-PCV2, en las que se presentó la enfermedad con mayor probabilidad cuanto más tempra­na era la infección (Rose y col., 2009).
La cerda tiene especial relevancia en el inicio de la dinámica de infección, ya que suele ser el origen de la infección y al mis­mo tiempo la fuente de protección inmu­nitaria pasiva a través de los anticuerpos calostrales (aunque hoy en día los lecho­nes también pueden adquirir protección activa a través de la vacunación antes de infectarse). Así, se ha observado una ma­yor mortalidad en lechones procedentes de cerdas virémicas o con títulos de an­ticuerpos bajos frente a PCV2 en granjas con ES-PCV2 (Calsamiglia y col., 2007). Además, se considera que la protección frente a ES-PCV2 mediante anticuerpos calostrales es título dependiente y, gene­ralmente, los títulos más elevados son los más protectivos (McKeown y col., 2005).
La ES-PCV2 se ha descrito con mayor frecuencia en lechones con menor peso al nacimiento, destete e inicio de engorde, y en machos castrados.
La relación entre la carga vírica y la expresión de la enfermedad
Se ha demostrado que la carga vírica en suero y en diferentes tejidos y secrecio­nes, así como la extensión de la infección en el organismo, es significativamente superior en los animales que sufren ES-PCV2 (Liu y col., 2000; Brunborg y col., 2004; Olvera y col., 2004; Sibila y col., 2004; Segalés y col., 2005). Por este motivo, varios estudios han sugerido el uso de la PCR cuantitativa a tiempo real como técnica diagnóstica de la ES-PCV2 in vivo (Brunborg y col., 2004; Olvera y col., 2004; Segalés y col., 2005; Fort y col., 2007; Harding y col., 2008; Grau- Roma y col., 2009). En este sentido, el análisis de los sueros haciendo pools (mezcla de varios sueros en una misma muestra analítica) es una alternativa más económica en granjas con ES-PCV2 (Cortey y col., 2011b). Sin embargo, esta técnica no ha mostrado la sensibilidad o especificidad suficiente como para susti­tuir la combinación de la histopatología y de la detección de carga vírica para el diagnóstico de casos individuales de ES-PCV2 (Grau-Roma y col., 2009).
Independientemente de la ES-PCV2, también se ha observado el efecto de la carga de PCV2 en el crecimiento median­te una experiencia en el campo. Los resul­tados muestran cómo aquellos animales que han sufrido una mayor carga vírica durante su vida productiva alcanzan una menor ganancia media de peso diaria (López-Soria y col., 2011b).

Coinfecciones

La ES-PCV2 difícilmente se consigue re­producir a nivel experimental únicamen­te con PCV2. El sistema de reproducción experimental más exitoso incluye la co­infección de los animales con parvovirus porcino (PPV) (Allan y col., 1999), el virus del síndrome respiratorio y repro­ductivo porcino (VSRRP) (Rovira y col., 2002) o Mycoplasma hyopneumoniae (Opriessnig y col., 2004). De hecho, esto mismo es lo que se observa en el campo, donde las explotaciones con ES-PCV2 suelen presentar otras infecciones o enfermedades con mayor frecuencia (Ellis y col., 2004), como son la infec­ción por el VSRRP, PPV o Mycoplasma hyopneumoniae, u otros procesos como la enfermedad de Aujeszky, enfermedad de Glässer, meningitis estreptocócica, salmonelosis, colibacilosis posdestete y neumonías bacterianas. Sin embargo, en estas situaciones es difícil determinar si la ES-PCV2 es causa o consecuencia de las otras patologías, aunque en cualquier caso todas estas patologías son corres­ponsables de la situación clínica global observada en la granja.

Inmunoestimulación

Diversos estudios experimentales y de campo han evidenciado la potenciación de la replicación del PCV2 o la inducción de la expresión clínica de la ES-PCV2 a través de la inmunoestimulación con hemocianina de lapa californiana (KLH por sus siglas en inglés de keyhole limpet hemocyanin) en adyuvante incomple­to de Freund (AIF) (Krakowka y col., 2001) o vacunas comerciales frente a Mycoplasma hyopneumoniae sola (Allan y col., 2001; Kyriakis y col., 2002) o combinada frente a Actinobacillus pleuropneumoniae (Opriessnig y col., 2003). A pesar de que algunos estudios no han obtenido estos mismos resultados usando KLH-AIF (Ladekjaer-Mikkelsen y col., 2002) o adyuvantes de vacunas comerciales (Resendes y col., 2004), se considera que la inmunoestimulación es un factor de riesgo potencial.
En cuanto a vacunas se refiere, se ha apuntado al papel que desempeñan el tipo de adyuvante y el momento de vacu­nación. Así, estudios que han analizado el efecto del adyuvante en la replicación del PCV2 describen un incremento de carga vírica con adyuvantes basados en aceite mineral, mientras que los basados en aceite de plantas o hidróxido de alu­minio aparentemente no tienen efectos o son mínimos (Krakowka y col., 2007). Por otro lado, la posible influencia de la vacunación frente a Mycoplasma hyop­neumoniae podría resolverse ajustando el momento de vacunación antes que eliminando la vacuna con la intención de no empeorar el estado sanitario de la explotación (Opriessnig y col., 2006b).

Instalaciones, manejo y bioseguridad

Ante el desconocimiento del compor­tamiento de la ES-PCV2 en el campo al principio de la descripción de la enferme­dad, su carácter multifactorial y la falta de herramientas específicas para luchar contra ella (no existían vacunas en ese momento), se propusieron inicialmen­te una serie de medidas genéricas (“20 puntos de Madec”) que ayudaron a mini­mizar su impacto (Madec y col., 2000). Además, se realizaron múltiples estudios epidemiológicos en países como Cana­dá (Cottrell y col., 1999; Dewey y col., 2006), Reino Unido (Cook y col., 2001; Woodbine y col., 2007), Francia (Rose y col., 2003), España (López-Soria y col., 2005), Holanda (Elbers y col., 2006), Dinamarca (Enoe y col., 2006) y Japón (Kawashima y col., 2007). En ellos se es­tudiaron un gran número de granjas con y sin enfermedad y se analizaron un amplio abanico de factores con la intención de es­clarecer cuáles de ellos tenían un impacto real en la expresión de la ES-PCV2. Los principales factores de riesgo obtenidos en estos estudios se resumen en el cuadro. Un estudio más reciente muestra cómo el manejo es capaz de influir en la dinámica de infección del PCV2, dónde evitando las adopciones y mezclando las camadas en corrales pequeños en transición se dis­minuía el riesgo de infecciones tempranas (Andraud y col., 2009).
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CIRCOVIRUS PORCINO TIPO 2 (1) S. LÓPEZ-SORIA Y J. SEGALÉS 2013


En 1991 se describió por primera vez una nueva enfermedad, hoy conocida como enfermedad sistémica asociada a PCV2, que afectaba principalmente a lechones de transición y engorde. En la presente revisión se pretenden resumir los conocimientos epidemiológicos que se tienen en la actualidad de las infecciones por PCV2.
Sergio López-Soria y Joaquim SegalésCentre de Recerca en Sanitat Animal (CReSA)
UAB-IRTA, Campus de la Universitat Autònoma de Barcelona
08193 Bellaterra (Cerdanyola del Vallès), España

En 1991 un veterinario clínico, el Dr. John Harding, y un patólogo, el Dr. Edward Clark, describieron un nuevo síndrome en una granja porcina de Saskatchewan (Canadá). Dicha granja era libre del virus del síndrome respiratorio y reproductivo porcino (PRRSV) y el cuadro clínico que presentaban los animales consistía en incremento de mortalidad posdestete, retraso en el crecimiento y lesiones microscópicas muy específicas en tejidos linfoides. Sin embargo, no publicaron estos hallazgos hasta 1996, tras la aparición de nuevos brotes similares (Harding, 1996; Clark, 1996), y propusieron el nombre de síndrome multisistémico de desmedro posdestete (PMWS por sus siglas en inglés, postweaning multisystemic wasting syndrome). Estudios posteriores evidenciaron abundante presencia de una variante de circovirus porcino (PCV) en lesiones de tejido linfoide (Daft y col., 1996; Clark, 1997; Segalés y col., 1997). Hasta el momento únicamente se conocía al PCV por ser un contaminante de las líneas celulares PK-15, procedentes de riñón de cerdo (Tischer y col., 1974, 1982), y no se le conocían capacidades patogénicas (Tischer y col., 1986). Sin embargo, fue en 1998 cuando se aisló el virus de cerdos afectados por la enfermedad (Allan y col., 1998; Ellis y col., 1998), evidenciándose diferencias filogenéticas y antigénicas con las cepas de PCV presentes en las líneas celulares PK-15 (Meehan y col., 1998). El Comité Internacional de Taxonomía de los Virus (ICTV) los reconoció como dos especies diferentes dentro del género Circovirus, denominando circovirus porcino tipo 2 (PCV2) al virus relacionado con la enfermedad y circovirus porcino tipo 1 (PCV1) al contaminante de células PK 15 (http://www.ictvonline.org).

PCV2 y sus enfermedades asociadas

EL PCV2 es un virus ADN de cadena simple, circular y con 1.7 Kb, de forma icosaédrica, sin envuelta (Mankertz y col., 2000) y de reducidas dimensiones (alrededor de 17 nm de diámetro). De hecho es el virus conocido de menor tamaño que afecta a mamíferos. Este virus posee una elevada resistencia en el ambiente, soportando tratamientos químicos y térmicos elevados (Welch y col., 2006; O’Dea y col., 2008). En este sentido, se ha apuntado al plasma porcino deshidratado como una potencial fuente de infección por PCV2 (O’Dea y col., 2008; Patterson y col., 2010), sin embargo no se han descrito casos de infección en cerdos alimentados con este producto mediante estudios experimentales (Pujols y col., 2008, 2011). El PCV2 también es resistente a diferentes productos desinfectantes, como son los disolventes lipídicos basados en alcohol, clorhexidina, yodina y fenol (Royer y col., 2001). Por el contrario, el virus puede inactivarse mediante desinfectantes alcalinos como el hidróxido sódico, agentes oxidantes como el hipoclorito sódico y compuestos de amonio cuaternario (Martin y col., 2008).
La enfermedad asociada a PCV2 con mayor impacto económico en la cabaña porcina es el PMWS, actualmente denominada enfermedad sistémica asociada a PCV2 (ES-PCV2) que en España se ha conocido tradicionalmente como circovirosis porcina. No obstante, PCV2 se ha asociado a una lista de condiciones clínico-patológicas más amplia que se ha ido extendiendo con el tiempo (Chae, 2005; Segalés y col., 2005; Opriessnig y col., 2007; Segalés, 2012). Este colectivo de enfermedades se ha conocido globalmente como enfermedades asociadas a circovirus porcino tipo 2, utilizándose inicialmente en Europa las siglas PCVD (por su nombre en inglés: Porcine Circovirus Diseases) (Allan y col., 2002) y posteriormente en Norte América se les denominaron PCVAD (por su nombre en inglés: Porcine Circovirus Associated Diseases) (http://www.aasv.org/).
Con la intención de unificar la terminología para referirse a cada una de estas enfermedades y al conjunto de ellas, se ha propuesto recientemente el término PCVD para referirse al conjunto de enfermedades asociadas a PCV2, y la terminología que figura en la tabla para referirse a cada una de las PCVD (Segalés, 2012). En cuanto a la enfermedad reproductiva por PCV2, cabe añadir que recientemente se ha vinculado PCV2 a SMEDI (S-stillbirth-nacidos muertos, M-mummification-momificación, ED-embryonic death-muerte embrionaria e I-infertility-infertilidad) en primíparas (Meyns y col., 2012). Otra enfermedad que todavía hoy se sigue asociando al virus es el síndrome de dermatitis y nefropatía porcino, a pesar de considerarse una enfermedad mediada por immunocomplejos de la que no se ha demostrado claramente su etiología (Allan y col., 2000a; Rosell y col., 2000; Wellenberg y col., 2004). En los últimos años se está considerando también el impacto de la infección subclínica de los animales, ya que a pesar de tratarse de animales que no presentan signos evidentes en la inspección clínica rutinaria, sí se puede medir la merma productiva y las consiguientes pérdidas económicas a través del efecto de la vacunación (Kurmann y col., 2011). De hecho, la infección subclínica por PCV2 es la situación más frecuente en las granjas. Además, PCV2 puede participar como un agente más en el desarrollo del complejo respiratorio porcino (Hansen y col., 2010; Kim y col., 2003). Por otro lado, PCV2 se vinculó inicialmente al tremor congénito de tipo AII (Stevenson y col., 2001), aunque dicha asociación no fue corroborada en estudios posteriores (Ha y col., 2005; Kennedy y col., 2003).
Distribución del PCV2

El PCV2 afecta a la especie porcina, y los hospedadores naturales son el cerdo doméstico, incluyendo el de raza Ibérica, y el jabalí, que además pueden desarrollar la ES-PCV2 (Rodríguez-Arrioja y col., 2003a; Vicente y col., 2004). Se ha investigado la capacidad infectiva del virus en otras especies como los bovinos, ovinos, conejos o humanos, en los que no hay evidencias de que puedan infectarse por PCV2 (Allan y col., 2000b; Ellis y col., 2000, 2001; Quintana y col., 2002). En cambio, existen datos que apuntan que el virus es capaz de replicarse y transmitirse entre ratones (Kiupel y col., 2001; Opriessnig y col., 2009a).
En cuanto a la distribución del PCV2, a raíz de la primera descripción de la ES-PCV2 en los años 90, se ha evidenciado su ubicuidad, detectando la infección en todos los países en los que se ha buscado y diagnosticando la ES-PCV2 en los cinco continentes (Chae, 2005; Segalés y col., 2005; Opriessnig y col., 2007, Grau-Roma y col., 2011) (figura).
En rojo, aquéllos en los que se incluye la enfermedad sistémica por PCV2 (ES-PCV2).
Con el tiempo fueron aumentando los casos de ES-PCV2 en el mundo y tuvieron lugar los principales brotes epidémicos en Europa y Asia entre 1998 y 2004 mientras que en el continente americano ocurrieron especialmente entre 2004 y 2007. Sin embargo, estudios retrospectivos a partir de muestras de suero y tejidos de archivo han evidenciado que la infección ya estaba presente por lo menos desde 1962 y la ES-PCV2 desde 1985 (Jacobsen y col., 2009). En España, los primeros casos conocidos retrospectivamente de infección por PCV2 y ES-PCV2 fueron en 1985 y 1986, respectivamente (Rodríguez-Arrioja y col., 2003b).

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